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lunes, 21 de octubre de 2013

El aire de muchas ciudades europeas sigue ocasionando daños a la salud humana

Aunque en las últimas décadas se haya dado un importante descenso en las emisiones y concentraciones de ciertos contaminantes atmosféricos, el último informe publicado el pasado 15 de octubre por la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés) demuestra que el problema de la contaminación atmosférica en Europa sigue lejos de poder darse por resuelto ("Air quality in Europe - 2013 report").
El informe recoge datos de la calidad del aire de Europa entre 2002 y 2011, analizando la concentración atmosférica de partículas, ozono, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono, metales pesados y benceno. Según el estudio, dos contaminantes en concreto —las partículas y el ozono troposférico— siguen provocando problemas respiratorios y enfermedades cardiovasculares y reduciendo la esperanza de vida. 

Según el director ejecutivo de EEA, Hans Bruynickx, "la contaminación atmosférica provoca daños a la salud humana y a los ecosistemas. Una gran parte de la población vive en ambientes no saludables, si nos atenemos a los criterios en vigor. Para ser sostenible, Europa debe mostrarse ambiciosa e imponer requisitos legislativos más estrictos".

El Comisario de Medio Ambiente, Janez Potočnik, añade que "la calidad del aire es un problema esencial para muchas personas. Las encuestas demuestran que una gran mayoría de la población sabe perfectamente cómo afecta la calidad del aire a la salud y cree que las autoridades públicas deben adoptar medidas en los ámbitos comunitario, nacional y local, incluso en época de austeridad y dificultades. Estoy dispuesto a responder a estas inquietudes a través de la revisión de la política de protección de la atmósfera que presentará próximamente la Comisión".

Durante el periodo estudiado, hasta el 96 % de la población urbana se encontró expuesta a concentraciones de partículas finas superiores a las indicadas en las directrices de la OMS y hasta el 98 % a concentraciones de ozono igualmente superiores a las directrices de la organización. El número de ciudadanos de la UE expuestos a concentraciones de estos contaminantes por encima de los límites u objetivos marcados en la legislación de la UE fue menor. En ciertos casos, estos límites u objetivos son menos estrictos que los establecidos en las directrices de la OMS. 

El informe revela igualmente que la contaminación no se circunscribe únicamente a las ciudades sino que también alcanza valores elevados en determinadas zonas rurales. Las diferencias nacionales en el seno de la UE se presentan en una serie de documentos informativos desglosados por país y que acompañan a los resultados principales.

Se han registrado resultados positivos en materia de reducción de las emisiones de contaminantes atmosféricos; por ejemplo, se han reducido las emisiones de dióxido de azufre de las centrales eléctricas, del sector industrial y del transporte a lo largo de la última década, limitándose así el riesgo de exposición. La sustitución gradual de la gasolina con plomo también ha reducido las concentraciones de este metal, que afecta al desarrollo neurológico.

Además de los riesgos que supone la contaminación atmosférica para la salud, el informe recoge también problemas medioambientales como la eutrofización, fenómeno ligado a un exceso de nitrógeno nutriente que provoca daños en los ecosistemas, amenazando la biodiversidad. La eutrofización sigue siendo un problema generalizado que afecta a la mayoría de los ecosistemas europeos.

Se han reducido las emisiones de algunos contaminantes nitrogenados; por ejemplo, las emisiones de óxidos de nitrógeno y amoniaco han descendido un 27 % y un 7 %, respectivamente, desde 2002. Sin embargo, la reducción de las emisiones no ha alcanzado los niveles esperados y ocho Estados miembros infringen los techos legales un año después del plazo fijado para su cumplimiento. Para resolver el problema de la eutrofización, será necesario adoptar medidas adicionales de reducción de las emisiones de nitrógeno.

Fuente: EEA

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